Comienza un nuevo día y se contempla un nuevo amanecer, un fin de semana para vivir en tu amor, para servir generosamente en cumplimiento de tu voluntad, nos hace comprender lo que esperas de nosotros. Nos das la ocasión de descansar, compartir tu palabra y hacernos partícipes de tu misericordia y tu bondad.
Hoy en tu parábola comprendemos lo que ansías y esperas y cuál es el camino que nos señalas. Algunos recibimos cinco talentos, a otros nos has dado dos y a otros un talento, pero no significa que alguno tenga más o menos capacidad de hacer producir los talentos. Lo mucho lo poco que hemos recibido lo recibimos con amor y con cariño y nos proponemos a hacerlos multiplicar tú siempre bendices y multiplicas lo que con cariño mismo nos has dado, pero a veces caemos en los momentos quizá de egoísmo o de no sentirnos lo suficientemente capaces de hacer tu voluntad. Bien sea que nos has dado un solo talento es suficiente para que con cariño lo hagamos producir, pero algunas veces maldecimos y caemos en la pereza y en el egoísmo de mirar que a otros han recibido más y a mí solo me has dado un talento, pero no significa que haga lo que hizo este siervo, que en lugar de hacerlo producir fue lo guardó. Así está nuestro corazón cuando nos ponemos en una actitud negativa y que no nos da resultado. Ayúdanos, Señor, a comprender que lo más importante es hacer tu santa voluntad producir lo mucho o lo poco pero que lo hagamos con amor. Bendícenos guárdanos y protégenos en este último fin de semana de nuestro mes. Nuestro sábado sea productivo y vivido con amor y generosidad.
En este pasaje pareciera descubrir un Dios severo, un Dios ambicioso que sólo se preocupa por su dinero y por la eficacia de sus empleados. Pero necesito no quedarme en lo superficial de tu Evangelio sino poder ir a lo profundo, a la enseñanza que me quieres dejar.
Algo en lo que podría fijar mi mirada es que no dejas a ningún obrero sin talento. A todos les das algo con lo cual puedan fructificar. A uno le das diez, a otro cinco, a otro uno. Y a mí, ¿cuántos me has dado? … Dame la gracia de descubrir cuáles son esos talentos y ayúdame a no compararme con aquellos que puedan tener más o mejores talentos que los míos. Tú has repartido los talentos de acuerdo a la capacidad de cada uno.
LComienza un nuevo día y se contempla un nuevo amanecer, un fin de semana para vivir en tu amor, para servir generosamente en cumplimiento de tu voluntad, nos hace comprender lo que esperas de nosotros. Nos das la ocasión de descansar, compartir tu palabra y hacernos partícipes de tu misericordia y tu bondad.
Hoy en tu parábola comprendemos lo que ansías y esperas y cuál es el camino que nos señalas. Algunos recibimos cinco talentos, a otros nos has dado dos y a otros un talento, pero no significa que alguno tenga más o menos capacidad de hacer producir los talentos. Lo mucho lo poco que hemos recibido lo recibimos con amor y con cariño y nos proponemos a hacerlos multiplicar tú siempre bendices y multiplicas lo que con cariño mismo nos has dado, pero a veces caemos en los momentos quizá de egoísmo o de no sentirnos lo suficientemente capaces de hacer tu voluntad. Bien sea que nos has dado un solo talento es suficiente para que con cariño lo hagamos producir, pero algunas veces maldecimos y caemos en la pereza y en el egoísmo de mirar que a otros han recibido más y a mí solo me has dado un talento, pero no significa que haga lo que hizo este siervo, que en lugar de hacerlo producir fue lo guardó. Así está nuestro corazón cuando nos ponemos en una actitud negativa y que no nos da resultado. Ayúdanos, Señor, a comprender que lo más importante es hacer tu santa voluntad producir lo mucho o lo poco pero que lo hagamos con amor. Bendícenos guárdanos y protégenos en este último fin de semana de nuestro mes. Nuestro sábado sea productivo y vivido con amor y generosidad.
En este pasaje pareciera descubrir un Dios severo, un Dios ambicioso que sólo se preocupa por su dinero y por la eficacia de sus empleados. Pero necesito no quedarme en lo superficial de tu Evangelio sino poder ir a lo profundo, a la enseñanza que me quieres dejar.
Algo en lo que podría fijar mi mirada es que no dejas a ningún obrero sin talento. A todos les das algo con lo cual puedan fructificar. A uno le das diez, a otro cinco, a otro uno. Y a mí, ¿cuántos me has dado? … Dame la gracia de descubrir cuáles son esos talentos y ayúdame a no compararme con aquellos que puedan tener más o mejores talentos que los míos. Tú has repartido los talentos de acuerdo a la capacidad de cada uno.
Los talentos no son un derecho. Son un regalo que tu amor me hace. Generalmente un regalo se recibe para usarlo, ponerlo en acción, compartirlo. No lo recibo para guardarlo sin destapar y mantenerlo ajeno a mi vida. Esto fue lo que hizo aquel siervo del Evangelio. No se detuvo a valorar la confianza que le había dado su señor, ni lo valioso del único talento que poseía, ni lo mucho que podía ganar con él. Simplemente recibió y escondió, desenterró y entregó.
Dame la gracia, Señor, de poner a trabajar los regalos, los talentos que me has dado. Que no tema arriesgar los talentos que me has regalado para así hacerlos multiplicar. Dame la confianza necesaria para poner toda mi vida al ruedo y así crecer en mi plenitud personal y en la extensión de tu Reino.
«Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos —como esos niños, de la mitad del filete— de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo.»
(S.S. Francisco, Ángelus, 8 de noviembre de 2015). que tu amor me hace. Generalmente un regalo se recibe para usarlo, ponerlo en acción, compartirlo. No lo recibo para guardarlo sin destapar y mantenerlo ajeno a mi vida. Esto fue lo que hizo aquel siervo del Evangelio. No se detuvo a valorar la confianza que le había dado su señor, ni lo valioso del único talento que poseía, ni lo mucho que podía ganar con él. Simplemente recibió y escondió, desenterró y entregó.
Dame la gracia, Señor, de poner a trabajar los regalos, los talentos que me has dado. Que no tema arriesgar los talentos que me has regalado para así hacerlos multiplicar. Dame la confianza necesaria para poner toda mi vida al ruedo y así crecer en mi plenitud personal y en la extensión de tu Reino.
«Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos —como esos niños, de la mitad del filete— de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo.»
(S.S. Francisco, Ángelus, 8 de noviembre de 2015).