Domingo de descanso, de reflexión y de acción de gracias.
Hoy el domingo de la alegría, de la fiesta y del perdón. Hoy nos regalas un hermoso motivo de reflexión para pensar que —en el camino de la Cuaresma— la conversión es uno de los elementos esenciales, porque convertirse es dejar los caminos que nos llevan a la perdición y encontrar el camino correcto, el camino que nos lleva al Padre, que nos hace encontrarnos con los demás como verdaderos hermanos y que nos hace sentirnos en casa.
Convertirse es volver a la casa del Padre. La parábola del Evangelio de hoy nos habla precisamente de la conversión del hijo pródigo. Se había ido por otros caminos. Y, sin darse cuenta, se había extraviado y había derrochado lo mejor que tenía: el amor de su familia, el cariño de su padre, la seguridad que da el sentirse querido. Creyó que podía vivir por su cuenta. Estaba seguro de que con sus propias fuerzas podría conseguir todo lo que se propusiera. Y se encontró con el fracaso. Menos mal que, hundido en su pena, se dio cuenta de lo que tenía que hacer: volver a la casa de su padre. Su vuelta supuso reconocer su equivocación. Hoy somos nosotros los hijos que lo tenemos todo y nos sentimos inconformes. Ayúdanos, Señor, a reflexionar y pensar por un momento, que lo más valioso y lo importante es estar cerca de Ti, brindar amor y comprensión en la familia, servir a nuestros hermanos y sentir el calor en el abrazo que el Padre misericordioso siempre nos dará cuando volvemos arrepentidos. No permitas que derrochemos la gracia que Tú nos has regalado y permite que nuestro camino sea de reconciliación, amor, fraternidad y solidaridad. Creemos en Ti, Confiamos en Ti y Descansamos en Ti. Bendícenos, guárdanos y protégenos. Nuestra Madre Celestial sea nuestro auxilio.
Feliz, alegre y compartido domingo.