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30-may.-2024, jueves de la 8.ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy nos acercamos a ti con el único interés de «ver» para poder seguirte por el camino que nos conducirá a la vida de entrega, de servicio y de solidaridad

Tu bondad y misericordia nos regalan un nuevo día, un nuevo amanecer para emprender el camino esperanzador que hoy nos invitas a caminar. Gracias, Señor, porque hemos despertado y tenemos el don de la vida, la salud y el bienestar. 

Hoy nos acercamos a ti con el único interés de «ver» para poder seguirte por el camino que nos conducirá a la vida de entrega, de servicio y de solidaridad. En tu palabra nos invitas con una pregunta: ¿cómo hacer ver a quienes sin ser ciegos no asumen la realidad de la vida, las injusticias, las desesperanzas y las indiferencias contra nuestros hermanos? Hoy podemos darte gracias porque levantamos nuestra voz y tenemos que decirte: «ten compasión de mí» y si es el caso gritaremos más fuerte para que nuestras súplicas lleguen tus santos oídos, para que nos quites la ceguera que muchas veces nos ha impedido ver las necesidades de nuestros hermanos y nuestras propias necesidades. Tu bondad y misericordia nos dan la posibilidad de escuchar nuevamente esta palabra tan bella: «anda que tu fe te ha salvado». Ayúdanos para ver los caminos que vamos recorriendo y en los que encontraremos las necesidades de nuestros hermanos. Por este día que viviremos, te damos gracias y nos ponemos en tus manos. 

Un muy claro, vocacional y servicial jueves. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

«Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!» Hagamos hoy esta oración. Y preguntémonos: «¿Cómo es mi oración?». Cada uno de nosotros se pregunte: ¿cómo es mi oración? ¿Es valiente, tiene la insistencia buena de aquella de Bartimeo, sabe “aferrar” al Señor mientras pasa, o se conforma con hacerle un saludo formal de vez en cuando, cuando me acuerdo? Esas oraciones tibias que no sirven para nada. Y también: ¿es mi oración “sustanciosa”, descubre el corazón ante el Señor? ¿Le presento la historia y los rostros de mi vida? ¿O es anémica, superficial, hecha de rituales sin afecto y sin corazón? Cuando la fe es viva, la oración es sentida: no mendiga centavos, no se reduce a las necesidades del momento. A Jesús, que todo lo puede, se le pide todo. No se olviden de esto. A Jesús, que todo lo puede, se le pide todo, con mi insistencia ante Él. Él está impaciente por derramar su gracia y su alegría en nuestros corazones, pero lamentablemente somos nosotros los que mantenemos las distancias, quizás por timidez, flojera o incredulidad. (Ángelus, 24 de octubre de 2021)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.