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30-nov.-2024, sábado de la 34.ª semana del Tiempo Ordinario

"Buenos días" es una expresión hermosa para darle gracias a Dios por este último día del mes de noviembre y tener la felicidad de cosechar los frutos

"Buenos días" es una expresión hermosa para darle gracias a Dios por este último día del mes de noviembre y tener la felicidad de cosechar los frutos de lo que sembramos al inicio de mes. Gracias, Señor, por todo lo recibido; si nuestros obstáculos nos impidieron algunas cositas pendientes, bendícelas para que también sean llevadas a buen término. Gracias por la fiesta que celebramos en este día, san Andrés, nacido en Betsaida,  que junto a su hermano Simón Pedro se convirtieron convirtieron en tus discípulos. Andrés fue el que te presentó al joven en la multiplicación de los panes. Murió en Petrasso en el año 63 en tiempos del emperador Nerón. Al elebrar a un apóstol guardamos la gratitud de recordar nuestro llamado que desde el bautismo nos has hecho: “sígueme”. Qué bella expresión y os “haré pescadores de hombres”. Te queremos seguir incondicionalmente, para servir, amar, y poder guiar, pero ante todo para estar cerca de Ti, para que las redes de la esperanza y la pesca de la alegría sean abundantes. 

Andrés debió ser un buscador de Dios. Primero siguió a Juan el Bautista; después, cuando Juan te señaló, te siguió a Ti. Trajo a varias personas a tu presencia: a su hermano Pedro, a algunos griegos que te buscaban; en la multiplicación de los panes se dio cuenta del muchacho que tenía los panes y los peces y lo acercó a Ti. Ayúdanos Señor a llevar a nuestros hermanos a tu presencia y hacerlos verdaderos discípulos. Como discípulos que escuchamos tus palabras, hoy sentimos la alegría de aquellas palabras de la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Que siempre seamos portadores de tu buena noticia. Amén.

 Un muy feliz y anhelado sábado y fin de semana. 

 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Jesús está siempre en la calle! Sus primeras salidas misioneras tienen lugar alrededor del lago de Galilea, en contacto con la muchedumbre, en particular con los pescadores. Allí Jesús no sólo proclama la llegada del Reino de Dios, sino que busca compañeros que se asocien a su misión de salvación. En este mismo lugar encuentra dos parejas de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan; les llama diciendo: «Venid conmigo y los haré pescadores de hombres» (v. 19). La llamada les llega en plena actividad de cada día: el Señor se nos revela no de manera extraordinaria o asombrosa, sino en la cotidianidad de nuestra vida. Ahí debemos encontrar al Señor; y ahí Él se revela, hace sentir su amor a nuestro corazón; y ahí —con este diálogo con Él en la cotidianidad de nuestra vida— cambia nuestro corazón. La respuesta de los cuatro pescadores es rápida e inmediata: «al instante, dejando las redes, le siguieron» (v. 20). (…) Nosotros, cristianos de hoy en día, tenemos la alegría de proclamar y testimoniar nuestra fe, porque hubo ese primer anuncio, porque existieron esos hombres humildes y valientes que respondieron generosamente a la llamada de Jesús. (…) Que la conciencia de estos inicios suscite en nosotros el deseo de llevar la palabra, el amor y la ternura de Jesús a todo contexto, incluso a aquel más dificultoso y resistente. ¡Llevad la Palabra a todas las periferias! (Ángelus, 22 de enero de 2017)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.