Bendecirte y alabarte es nuestra mayor motivación al clarear de este día con el que terminamos este mes y que sólo podemos decirte: gracias por la vida, por la cosecha que hemos recogido, por las Alegrías y las tristezas; unas nos han hecho seguir adelante y las otras han servido para confiar muchísimo más en Ti. Porque sabemos que nos has concedido la gracia de poder manifestar nuestro amor y servicio en todo lo que nos ayudas a realizar y lo que hemos de cosechar. Ahora permítenos reflexionar en tu palabra y decirte que Hemos aceptado gozosamente tu invitación a seguirte como discípulos tuyos. Que el Espíritu nos dé sabiduría y fortaleza para tomar en serio nuestra fe y para aceptar nuestra misión en la vida con todas sus consecuencias.
Que el Espíritu Santo nos ayude a seguir tus caminos sin temores ni desalientos, ya que estamos seguros que vamos contigo. Que aprendamos de Ti a sentirnos disponibles para darnos generosamente a nuestros hermanos y para buscar tu voluntad en todo lo que hacemos. Tenemos que aprender a amar sin fin, a perdonar sin demora, a darnos generosamente. Que si miramos para atrás sea solamente para ver que no hemos dejado sin ayuda a nadie y así nuestro seguimiento sea incondicional. San Jerónimo, que amó tu Palabra y se esforzó por darla a conocer, nos ayude a llevarla en el corazón y darla a nuestros hermanos. Él fue llamado “León del desierto”, porque manejó muy bien en latín, el hebreo y el griego. Fue un filósofo retórico, gramático y dialéctico escritor rico, puro y fecundo que por pedido del papa Dámaso I, tradujo al latín el antiguo y el nuevo testamento que se conoce como la Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo. Su fuerte personalidad, suscitaba, entusiasmos y polémicas; originó nuevas formas de vida religiosa y vivió una vida ascética en Belén, donde murió en el año 420. Gracias, Señor, por darnos ocasión de poder ser fieles a tu llamado, ya que en ti confiamos, a ti nos acogemos y en ti esperamos. Bendice y protege nuestras familias, nuestros amigos y todas las personas con las que compartiremos este día. Amén.
Vayamos alegres y optimistas a iniciar nuestras labores cotidianas.
ORACIÓN
Señor, hoy tu Palabra me muestra cómo, al disponerte a subir a Jerusalén, no devolviste violencia a quienes no quisieron recibirte, sino que enseñaste a tus discípulos que tu Reino no se edifica con violencia, sino con amor y perdón. Dame la gracia de aprender de tu mansedumbre. Cuando las ofensas me hieran o el rechazo me toque, enséñame a responder con serenidad y confianza. Amén.
Reflexión escrita por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo.
El Evangelio de hoy nos enseña una lección sobre cómo no debemos reaccionar con aquellos que no comparten nuestras creencias o no están de acuerdo con nosotros en la fe. Como seguidores de Jesús, se debe esperar de nosotros el mismo amor y la misma paciencia que Él mostró. Es muy común que cuando alguien critica, ofende y rechaza nuestra fe, tengamos la tendencia natural como Santiago y Juan de querer bajar fuego para confrontarlos.
Jesús nos muestra que su camino es de humildad y mansedumbre, incluso frente al rechazo o al ataque. Practica la mansedumbre en tus conversaciones, sabiendo que tu ejemplo hablará más fuerte que tus palabras. Ora por quienes te critican o rechazan.
Recuerda, si hay alguien en tu vida que te haya rechazado o con quien tienes algún conflicto, dedica un momento para orar sinceramente por esa persona, por su bienestar y para que Dios toque su corazón… y también el tuyo. La oración puede cambiar tu corazón y el de ellos.
Que este pasaje nos inspire a seguir a Jesús por el camino de la misericordia y el amor al prójimo, incluso cuando no piensen como nosotros o nos ataquen. No dejemos que nos gane la ira.
Pregunta:
¿Cómo reacciono cuando me siento rechazado o incomprendido por mi fe?
Cita bíblica del día.
"No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien" (Romanos 12,21).
