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31-ago.-2025, domingo de la 22.ª semana del T. O.

A quien quiere seguirlo, Jesús le pide amar a los que no lo merecen, sin esperar recompensa

Iniciando en esta mañana la finalización de este mes, te damos gracias por todo lo que hemos recibido de tus generosas manos, porque hemos multiplicado con creces lo que sembramos. Hemos tenido muchísimas alegrías y pocas dificultades porque, gracias a tu bondad y misericordia, nos guiaste y ayudaste. 

Ahora, Señor, es nuestro momento para reflexionar en tu palabra y lo que tú esperas de cada uno de nosotros.  En el libro del Eclesiástico nos pides que actuemos con humildad que lo hagamos con espíritu generoso y sencillo nos dice el mismo libro que nuestro corazón tiene que ser prudente, meditando los proverbios y tener un corazón un oído atento porque ese es el deseo del sabio. Hoy en tu evangelio por medio de san Lucas nos invita a tener esa humildad de no querer los primeros puestos que llamaríamos privilegiados, sino los puestos en los que no nos dejemos notar; tú mismo nos lo dices «el que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Gracias, Señor, por darnos este corazón humilde y sencillo que no se engrandece ante los demás, sino que es un corazón que permanece en tu amor. Hoy nos surgen algunos interrogantes: ¿Qué poseemos que no lo hayamos recibido? Si todo lo que tenemos lo hemos recibido como don, entonces, ¿por qué vanagloriarnos de ello? Si alguien debe vanagloriarse, que se gloríe en el Señor. ¿Cómo miramos a otros, y a nosotros mismos, en relación a ellos? ¿Despreciamos a otros, al menos a alguien, y nos consideramos más importantes, como personas dignas de consideración y de honores? 

El mensaje que hoy nos regalas es claro: En el Reino hay un buen lugar para todos y para cada uno. Si hubiera de haber alguna preferencia, habría de ser para los pobres, los discapacitados, los humildes, ya que les otorgas el primer lugar, y son tus favoritos. Tú mismo nos preguntas: ¿Qué lugar eligen ustedes y qué lugar ceden a los demás? Ser humildes, es ser conscientes de nuestra propia fragilidad: conocer y reconocer las propias limitaciones, porque sólo así podemos reconocer el alcance de nuestras posibilidades. Ser humildes es ser agradecidos: saber que todo lo que somos y tenemos se lo debemos al Padre celestial, que nos ayuda a crecer y a madurar en lo personal y en lo espiritual y saber que nuestros méritos no son nunca propios. En este día con el que terminaremos este mes, y en este fin de semana, sólo tenemos palabras de agradecimiento. No permitas, Señor, que vayamos a ocupar los primeros lugares, sino el lugar que a bien tengas reservado para nosotros y entre tanto déjanos seguir anunciando tu Reino y mostrando tu amor. Amén. 

Un muy feliz Domingo y un satisfactorio fin de mes.

Meditación del Papa Francisco

A quien quiere seguirlo, Jesús le pide amar a los que no lo merecen, sin esperar recompensa, para colmar los vacíos de amor que hay en los corazones, en las relaciones humanas, en las familias, en las comunidades, en el mundo. Hermanos cardenales, Jesús no ha venido para enseñarnos los buenos modales, las formas de cortesía. Para esto no era necesario que bajara del cielo y muriera en la cruz. Cristo vino para salvarnos, para mostrarnos el camino, el único camino para salir de las arenas movedizas del pecado, y este camino de santidad, es la misericordia. La que Él nos ha dado y cada día tiene con nosotros. Ser santos no es un lujo, es necesario para la salvación del mundo. Y esto es lo que el Señor nos pide a nosotros.

Queridos hermanos cardenales, el Señor Jesús y la Madre Iglesia nos piden testimoniar con mayor celo y ardor estas actitudes de santidad. (S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.