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5-abr.-2024, viernes de la Octava de Pascua

Al clarear el día, intervienes con el don de tu Palabra: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis»

Último día de la semana en la que podemos encontrar grandes satisfacciones y bendiciones que nos has regalado, Señor. Hemos compartido tu Resurrección y hemos anunciado tu nombre. Hemos realizado nuestras labores pensando en todo momento que han sido bendecidas en tu bondad. Señor, nos has transmitido un mensaje de esperanza y nos has dado en ti, una persona única e insuperable por quien vale la pena vivir. Libra nuestra fe de las rutinas diarias y llénanos con tu Espíritu de fortaleza para que aprendamos a vivir con firmeza en las inseguridades de nuestro diario vivir.

Ayúdanos a reflexionar en nuestros corazones lo que fue tu nueva aparición a tus discípulos. Sin tu presencia en la barca, el fracaso de la “pesca” es total para este reducido grupo de discípulos. No pescaron nada y andan a tientas en la noche. Frente a la conciencia de que pueden no triunfar por sí solos, al clarear el día, intervienes con el don de tu Palabra: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La obediencia a tu Palabra produce una pesca abundante. Los discípulos se fiaron de ti —como lo había hecho Pedro: «en tu nombre echaré las redes»— y experimentaron contigo la novedad de su vida de fe. Pedro, que por gracia del Espíritu logra dar testimonio de tu Resurrección, debió recordar tus palabras «te haré pescador de hombres».

Que hoy seamos nosotros pescadores de ilusiones y esperanzas, pescadores de fe y alegría y podamos compartir contigo y con nuestros hermanos tu fraternidad y solidaridad y ante todo tu Resurrección. Amén.

Un muy fructífero viernes, de pesca abundante y de grandes satisfacciones.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Los discípulos confiaron en Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. Es así que Juan se dirige a Pedro y dice: «Es el Señor» (v. 7). E inmediatamente Pedro se lanzó al agua y nadó hacia la orilla, hacia Jesús. En aquella exclamación: «¡Es el Señor!», está todo el entusiasmo de la fe pascual, llena de alegría y de asombro, que se opone con fuerza a la confusión, al desaliento, al sentido de impotencia que se había acumulado en el ánimo de los discípulos. La presencia de Jesús resucitado transforma todas las cosas: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil es nuevamente fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja espacio a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros. Desde entonces, estos mismos sentimientos animan a la Iglesia, la Comunidad del Resucitado. ¡Todos nosotros somos la comunidad del Resucitado! Si a una mirada superficial puede parecer, en algunas ocasiones, que el poder lo tienen las tinieblas del mal y el cansancio de la vida cotidiana, la Iglesia sabe con certeza que en quienes siguen al Señor Jesús resplandece ya imperecedera la luz de la Pascua. El gran anuncio de la Resurrección infunde en el corazón de los creyentes una íntima alegría y una esperanza invencibles. ¡Cristo ha verdaderamente resucitado! (Regina Coeli, 10 de abril de 2016)

 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.