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5-jul.-2025, sábado de la 13.ª semana del T. O.

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. (...) No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores»

Bendecido despertar el que nos regalas al término de la semana que ha sido fructífera gracias a tu presencia y bendición. Colocados en tus manos te pedimos que nos ayudes a hacer tu voluntad procurando no ofender a nadie ni haciéndole mal a nuestros hermanos; que no busquemos nuestra ventaja sino el bien de los demás y que nuestros odres sean nuevos para guardar el vino de la esperanza de la fe y la caridad y poderlos compartir alegremente con nuestros hermanos. Te pedimos, seas compañero de camino para renovarnos tanto a nosotros mismos como a nuestros hermanos. Detennos cuando tratemos de hacer lo negativo o simplemente poniendo parches aquí o allá sobre lo viejo; calma nuestra impaciencia cuando tratamos de meter prisa a las personas y a las cosas por encima de sus capacidades. Renueva nuestros corazones, para que seamos tu vino nuevo de alegría y esperanza, y podamos vislumbrar un nuevo horizonte lleno de cosas buenas y hermosas como nos quieras regalar. Te alabamos, te bendecimos y te damos gracias. Amén. 

Un muy feliz y anhelado fin de semana. 

Y mi tradicional ofrecimiento de Rosario de Aurora y Eucaristía por Ustedes y nuestros hermanos enfermos.

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

«Quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos» (Os 6, 6). Se trata de una palabra clave, una de las palabras que nos introducen en el corazón de la Sagrada Escritura. El contexto, en el que Jesús la hace suya, es la vocación de Mateo, de profesión "publicano", es decir, recaudador de impuestos por cuenta de la autoridad imperial romana; por eso mismo, los judíos lo consideraban un pecador público. Después de llamarlo precisamente mientras estaba sentado en el banco de los impuestos —ilustra bien esta escena un celebérrimo cuadro de Caravaggio—, Jesús fue a su casa con los discípulos y se sentó a la mesa junto con otros publicanos. A los fariseos escandalizados, les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. (...) No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mt 9, 12-13). El evangelista san Mateo, siempre atento al nexo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, en este momento pone en los labios de Jesús la profecía de Oseas: «Id y aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios"». (…) Esta palabra de Dios nos ha llegado, a través de los Evangelios, como una de las síntesis de todo el mensaje cristiano: la verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo. Esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos. (Benedicto XVI - Ángelus, domingo, 8 de junio de 2008)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.