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5-jun.-2024, miércoles de la 9.ª semana del Tiempo Ordinario

«[Yo] sé de quién me he fiado…»

Hoy nos levantamos a experimentar un nuevo amanecer y damos gracias al Dios de la vida por su bondad y generosidad. Gracias, Señor, porque comenzaremos a vivirlo, sirviendo a nuestros hermanos y confiando en tu presencia en cada uno de nuestros corazones. 

Hoy queremos tomar el ejemplo de Pablo, que quiere infundir ánimos y lo hace desde su propia experiencia. Reconoce a quién sirve y por quién da la cara, y nos recuerda que el espíritu que Dios nos da es el que anima, impulsa, da buen juicio y da amor. Y todo esto nos lo regala el Padre celestial. Él nos dice: «sé de quién me he fiado…» 

¡Qué ejemplo tenemos en él! Todos tenemos el espíritu, y con Él, sus gracias, entonces ¿por qué a veces nuestra respuesta es de rechazo, cobardía, depresión… ante los momentos difíciles…? Tu Padre tiene un plan para nosotros, lo sabemos, pero hay ocasiones que nos cuesta mucho verlo, y creemos que contamos solo con nuestras fuerzas y no tenemos en cuenta el espíritu de fortaleza, de confianza que hemos recibido; el espíritu de fuerza, de energía, de buen juicio y de amor.  Señor, tú eres el Dios vivo, el Dios de la alianza de la vida y del amor leal. Guárdanos en tu amor y guarda tu promesa de vida que nos has dado. Que tu vida brote en nosotros, fuerte y con plena riqueza, hasta que florezca y dé frutos de vida eterna. Guíanos, guárdanos, protégenos y danos la fortaleza necesaria para vivir alegremente este día, realizando de palabra y de obra, lo que a Ti te agrada. Amén.

Feliz miércoles, pleno de buenas acciones e inspirados por el espíritu que hemos recibido.

Oración al Sagrado Corazón de Jesús

Postrado a tus pies humildemente
vengo a pedirte dulce Jesús mío,
poderte repetir constantemente:
¡Sagrado Corazón en ti confío!

Si la confianza es prueba de ternura,
esta prueba de amor darte ansío,
aun cuando esté sumido en la amargura:
¡Sagrado Corazón en ti confío!

En las horas más tristes de la vida
cuando todos me dejen, ¡oh Dios mío!,
y el alma esté por penas combatida:
¡Sagrado Corazón en ti confío!

Aunque sienta venir la desconfianza
y te obligue a mirarme con desvío
no será confundida mi esperanza:
¡Sagrado Corazón en ti confío!

Si en el bautismo que hermoseara mi alma
yo prometí ser tuyo y tú ser mío,
clamaré siempre en tempestad o en calma:
¡Sagrado Corazón en ti confío!

Yo siento una confianza de tal suerte
que, sin ningún temor, ¡oh dueño mío!,
espero repetir hasta la muerte:
¡Sagrado Corazón en ti confío!

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.