En nuestro segundo día de la semana damos gracias, Señor, porque la hemos iniciado con noticias buenas, momentos agradables, momentos a veces difíciles, pero pudimos llegar el lunes a un descanso placentero y ahora en este martes, un amanecer lleno de esperanza, lleno de fe y de tu presencia. Gracias señor, porque ahora que iniciaremos nuestro caminar de este día sentimos que tu voluntad está dada en esa compasión tan hermosa que tú sentiste aquellos que andaban como ovejas sin pastor.
No se regalas esta palabra: «La mies es mucha, pero los obreros son pocos». Escaseaban los obreros que a ti te gustaban: los dispuestos a servir y dar la vida por las ovejas. Ahora sucede lo mismo, tienes todavía mucha gente que actúa alrededor, pero que no son pastores comprometidos con la verdadera obra de amor que tú viniste a instaurar. Sobran obreros mercenarios, que hacen negocio con la religión. Faltan pastores al estilo del papa Francisco. De esos que sí tienen olor a oveja. Danos la ocasión de ser verdaderos pastores, en humildad, sencillez y deseos de amar y servir a los hermanos en condicionalmente. Que tu gracia nos permita comprometernos en un servicio desinteresado que no involucre únicamente sacerdotes, sino de aquellos papás, aquellas mamás y aquellos hijos que quieran seguir el camino de ser discípulos misioneros, no para un título, sino con un hermoso y bello destino en el que no se necesita más título que ser discípulos tuyos. Bendícenos, guárdanos y protégenos y permite que este martes sea de verdadera vocación. Amén.
Un productivo día lleno de amor y de entrega a los demás los abrazo y los bendigo.
Palabra del Papa
“Esta gente lo ha seguido siempre para escuchar su palabra – ¡una palabra que daba esperanza! Las palabras de Jesús dan siempre esperanza. Y también para tocar incluso sólo un borde de su manto. Jesús mismo buscaba a estas multitudes cansadas y agobiadas como ovejas sin pastor y las buscaba para anunciarles el Reino de Dios y para curar a muchos en el cuerpo y en el espíritu. Ahora los llama a todos a su lado: “Venid a mí”, y les promete alivio y consuelo. Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a muchos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida, por situaciones existenciales difíciles y a veces privados de válidos puntos de referencia. En los países más pobres, pero también en las periferias de los países más ricos, se encuentran muchas personas cansadas y agobiadas bajo el peso insoportable del abandono y la indiferencia. La indiferencia: ¡cuánto mal hace a los necesitados la indiferencia humana! Y peor, ¡la indiferencia de los cristianos! (Ángelus. 6 de julio de 2014).