Gracias te damos, Señor, porque sigues siendo bondadoso en tu amor y tu ternura; gracias por este día, ya que queremos vivirlo en servicio, amor y generosidad. Ahora, Señor, tú nos quieres justificar y reconciliar. Hoy elevamos nuestra súplica, pero Tú nos pides que lo hagamos de manera individual.
Señor, no me considero justo, no quiero juzgar a los demás, quiero volver a casa justificado, como el publicano humilde. Toma mis faltas de amor, mis eternas desilusiones, mis horas de amarguras... transfórmalo todo, como la abeja en dulce miel. Hazme nuevo en la donación, alegre, en la entrega, dame gozo desbordante al dar la vida y gastarme en tu servicio. Hoy quiero, Señor, ser justificado en tu amor y tu misericordia, no esconderme en los demás ni hacer comparaciones odiosas e injustificadas. Dame la fortaleza para reconocer mis faltas delante de ti, confesarte mis debilidades y que pueda ser justificado en tu misericordia y tu perdón.
Como hombre nuevo, justificado no quiero tener un corazón de piedra, sino de carne, no quiero acaparar, sino compartir; no quiero ser servido, sino servir; no anhelo más que poder unir; no quiero sembrar discordia, sino ser pacificador, no vivir para mí, sino para los demás, no confiar en mí, sino en Ti y el Padre celestial. Quiero ser perdonado por el Padre, para tener actitudes nuevas; ayúdame para que no olvide que todo es tu gracia y tu generosidad. Que mi justificación sea un nuevo nacimiento y que lo pueda expresar con estas palabras: “Yo quiero ser, Señor amado, como el barro en manos del alfarero. Toma mi vida, hazla de nuevo yo quiero ser un vaso nuevo". Con el agua, oh, Cristo misericordioso, lavas nuestros pecados y con la sangre firmas nuestro: perdón” (Himno armenio).
Sigue moldeando, Señor, nuestro corazón inquieto, renuévanos con tu espíritu firme y has que sigamos tus caminos. Ahora Señor, bendícenos, guárdanos y protégenos en tu infinito amor y como el pecador en el templo, seamos justificados por nuestro arrepentimiento. Amén.
Feliz y justificado fin de semana, vivido en unidad familiar.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «El corazón es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que quebrantar antes el impuro» (san Agustín).
* «Estamos siempre listos para pasar por inocentes. Pero así no se avanza en la vida cristiana... Antes y después de la confesión, en tu vida, en tu oración, ¿eres capaz de acusarte a ti mismo? ¿O es más fácil acusar a los demás?» (Francisco).
* «Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1458).