En tu nombre y con tu bendición iniciamos un nuevo día, dispuestos a cumplir tu voluntad y dejarnos guiar por tu palabra. Perdónanos, Señor, cuando nos surgen interrogantes y dudas en nuestra vida y nos interrogamos: ¿Tiene sentido creer en Dios? ¿Tiene sentido guardar sus preceptos? Pero estos pensamientos pasan cuando pensamos en tu bondad y misericordia.
Contigo aprendimos el lenguaje del amor, de la misericordia y de la compasión que nos viene con tu presencia cuando instauraste el Reino de Dios entre nosotros. Así lo anuncia Malaquías en este texto cuando dice: «Me compadeceré de ellos como un padre se compadece del hijo que le sirve».
Tú con frecuencia orabas insistentemente, como en tu agonía en el Huerto de los Olivos o cuando escogiste a tus discípulos. Ahora quieres que nosotros también seamos perseverantes, insistentes e incluso atrevidos y audaces en nuestra oración, porque el Padre celestial es bueno. ¿Cómo puede resistirse a escucharnos cuando oramos? Él nos dará no solo cosas buenas, sino también el Espíritu Santo, el don que contiene todos los dones. Permítenos mantener nuestra confianza en tu bondad y en tu constante presencia amorosa. Danos lo bueno cuando te lo pedimos y también cuando nos olvidamos de pedirlo; que te encontremos cuando te busquemos, ábrenos cuando llamemos a tu puerta. Ayúdanos a ser perseverantes y no desfallecer ante las dificultades y obstáculos que se presentan en nuestro diario vivir. Amén.
PIDAMOS, BUSQUEMOS Y GOLPEEMOS, porque tenemos un Padre bueno y bondadoso. En este día celebramos a san Luis Bertrán, nacido en Valencia (España) en 1526, de familia rica y muy virtuosa. Desde niño se inclinó por una vida de oración y penitencia; dejó su hogar y fue a vivir cerca de Buñol. A los 20 años entró a la orden de los predicadores. En 1562 viajó a Colombia, estando aquí, se dedicó a la catequesis, a evangelizar, bautizar y construir iglesias. Su celo y caridad le ganaron el afecto de los indígenas, que acudían a él de todas partes y siempre lo acompañaban. En 1570 regresó a España donde continuó su labor apostólica. Murió en 1581. San Luis buscó y encontró el amor De Dios. Allí llamó y el Señor abrió el corazón para recibir a todos estos indígenas; él halló la riqueza más grande en el servicio y la caridad a los necesitados, sobre todo los indígenas.
Un muy santo y bendecido jueves vocacional.
PALABRAS DEL PAPA
Debemos recordar a menudo la exhortación de Cristo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá». De modo especial, debemos recordarla cuando perdamos la confianza o la gana de rezar. Debemos siempre también aprender nuevamente a rezar. Muchas veces sucede que nos dispensamos de rezar con la excusa de no saberlo hacer. Si realmente no sabemos rezar, tanto más necesario es entonces aprender. Esto es importante para todos y parece ser especialmente importante para los jóvenes, los cuales muchas veces abandonan las oraciones que aprendieron de niños, porque les parecen demasiado infantiles, ingenuas y poco profundas. En cambio, semejante estado de conciencia constituye un estímulo indirecto para profundizar la propia oración, hacerla más reflexiva, más madura; para buscarle el apoyo en la Palabra de Dios mismo y en el Espíritu Santo, el cual "aboga por nosotros con gemidos inenarrables" como escribe san Pablo (Rom 8, 26). (…) Sí, queridos hermanos y hermanas. Existe una enorme necesidad de oración, de la oración grande e incesante de la Iglesia; existe la necesidad de la oración ferviente, humilde y perseverante. La oración es el primer frente donde chocan, en nuestro mundo, el bien y el mal. La oración abre camino al bien y sirve para superar el mal. La oración obtiene la gracia divina y la misericordia para el mundo. Eleva a los hombres a la dignidad que les ha dado el Hijo de Dios cuando, unidos con Él, repiten "Padre nuestro". (San Juan Pablo II – Ángelus, 27 de julio de 1980)
ORACIÓN
Señor y Dios mío, tu Palabra me recuerda que Tú eres un Padre que escucha con amor y nunca deja sin respuesta a quienes claman con fe. Enséñame a perseverar en la oración, a tocar con insistencia las puertas de tu misericordia, confiando en que todo lo que Tú concedes es siempre para mi bien, aunque a veces no lo comprenda en el momento. Amén.
Reflexión del Evangelio fue escrita por P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo
«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá». La oración, dice la beata Concepción Cabrera: ‘es la voz armoniosa del alma pura que traspasa los cielos y llega hasta el trono de Dios. En ella va la flecha amorosa que traspasa el corazón del Amado’.
Es decir que la oración es lo que nos permite entrar en comunicación con Dios y colocar nuestra pequeñez en el corazón del mismo Cristo y, por Él, en el corazón del Padre. La oración nos eleva, pone nuestra mirada en Dios y así, a través de nuestra libre voluntad, abre el canal de la mutua comunicación y le permite a Dios derramar sus gracias en nosotros.
Toca las puertas del Cielo y el corazón de Cristo y se te abrirán. Pide, busca, toca. No te canses de dirigir tu oración, tus alabanzas y necesidades a Dios, porque siempre habrá una respuesta; probablemente no la que esperas, pero Dios siempre responderá y llenará tus necesidades más profundas y actuará de manera misteriosa en favor tuyo y de los demás.
Pues si un amigo da lo que necesita a quien se lo pide a medianoche, como dice el Evangelio de hoy, con mayor razón, tu Padre del Cielo, proveerá en lo que realmente necesitas.
Pregunta:
¿Confío plenamente en que Dios me da lo que realmente necesito, incluso cuando no coincide con mis deseos?
Cita bíblica del día:
«Y esta es la confianza que tenemos en Él: que, si pedimos algo conforme a su voluntad, nos escucha» (1 Juan 5,14).
